La fuerza del no

Seguro que no sois conscientes de que una energía recorre vuestro cuerpo. No sois conscientes porque siempre habéis convivido con ella y nunca la habéis alterado. No os molestéis en intentar sentirla. No podéis. No sabéis qué es, hasta que os la arrebatan.

Al principio, lo oyes. Como cuando se estrella un cristal contra el suelo y queda hecho añicos. Crees que no, pero es que oyes cómo se rompen uno a uno. Empiezas a llorar desconsoladamente. Tu alma se resbala de entre las cuencas de tus ojos. Lloras, lloras y lloras. Dejas de comer, no por castigarte, no por adelgazar, sino porque se te olvida.

Cuando, por culpa de la deshidratación, dejas de llorar, eres un ente muerto con un cuerpo viviente. Ya pueden hablarte, que no vas a escuchar. Ya pueden mojarte, que no te vas a dar cuenta. Ya pueden pegarte, tirarte del pelo o quemarte con un cigarrillo en el ante brazo, que no lo vas a sentir. Estas vacía. Ni el más especializado de los médicos podrá encontrar una gota de sangre por tus venas. Se lo ha llevado todo.

Pero todo es cuestión de tiempo. El día menos pensado explotas, y ese día lloras sin darle una tregua al tiempo, desde las 9 de la mañana hasta las 4 de la tarde. Al principio lloras por él… pero luego cambia. Lloras por estar llorando; lloras por que cuando te despiertas deseas que sea de noche otra vez y maldices la hora en la que el sol salió; lloras porque te estas ahogando; lloras por que odias en lo que te has convertido; lloras por ti. Y justo en ese momento, a las 4 de la tarde de un día de diario, quieres volver a ver el sol. No lo vas a ver hoy, ni mañana, ni puede que dentro de un año, pero si Roma tardó más de un día, date tiempo; el tejido del corazón regenera.

AYER VOLVÍ A LLORAR.

NO DE LA MISMA MANERA QUE CUANDO ME HACÍA RAJAS EN LOS BRAZOS….

AYER VOLVI A LLORAR ESCURRIENDO EL CORAZÓN

GARI. LA FUERZA DEL NO